El Instituto ruso Smolny se convertirá en edificio inteligente
Cada vez más, y tras el desarrollo y posterior puesta en marcha de diversos proyectos domóticos, la sociedad se está dando cuenta de los beneficios que supone el convertir en espacios inteligentes a viviendas y edificios públicos.
Y es que estos son, sin duda alguna, una importante apuesta por el medio ambiente ya que la utilización de las últimas novedades en el área de la tecnología trae consigo, entre otras cosas, un considerable ahorro energético.
En este caso, el último lugar en subirse al carro de los edificios inteligentes es el Instituto Smolny de San Petersburgo en Rusia. Un emblemático lugar dentro de la historia de este país ya que él ha sido testigo y escenario de acontecimientos tan significativos como el asesinato de Sergei Kirov. Asimismo fue el cuartel general bolchevique durante la Revolución de Octubre a la vez que ejerció como residencia de Lenin.
Pues ahora, la Administración de la ciudad ha decidido convertirlo en una construcción inteligente que respete el ecosistema. Para ello se ha publicado, de manera oficial, un concurso con el objetivo de lograr así a una empresa encargada de llevar a cabo esta tarea.
Entorno a 1,5 millones de rublos son los que costará, previsiblemente, este proyecto que se compondrá, en parte, de la creación y posterior puesta en marcha de sistemas de control automatizado para la ventilación, el agua caliente o la calefacción.
Del mismo modo, se prevé que estos sistemas servirán para que de manera automática regulen por sí mismos la temperatura existente en los pasillos o en los diversos despachos del edificio. Y lo harán atendiendo a criterios del clima exterior o de presencia o no de gente en el mismo. Así, por ejemplo, aquella descenderá en horario nocturno o los fines de semana.
El próximo 19 de julio será la fecha en la que se dé a conocer el nombre del ganador de este concurso para convertir al Instituto Smolny en uno de los edificios inteligentes gracias a la implantación de la última tecnología. En este sentido, ya se ha ido adaptando al paso del tiempo con la instalación de bombillas de bajo consumo o de un cable de calefacción en el techo para resguardar este espacio de la congelación.